La protesta que bailó por la justicia fiscal

By: Michelle Cruz

En el corazón de la Ciudad de México, el Hemiciclo a Juárez amaneció con un aire distinto. Entre las últimas vendedoras del tianguis político de la Alameda Central y los pasos veloces de la cotidianidad, comenzó a levantarse algo más que lonas y carpas: se tejía una protesta cultural. Mientras unas manos recortaban stickers con consignas y otras distribuían volantes, las representantes legales negociaban con autoridades el uso del espacio. Todo se preparaba para el acto de alzar la voz.

Participants hanging mega banners at the Hemiciclo a Juárez
Participantes colgando mega mantas en el Hemiciclo a Juárez

Apenas eran las doce del día cuando las instalaciones quedaron listas. Quince minutos después, comenzó la búsqueda de firmas para respaldar una propuesta que, aunque ambiciosa, urgente: imponer un impuesto a las grandes fortunas, abolir la deuda externa, desmontar los paraísos fiscales y decirle adiós a los modelos de austeridad.

Los carteles y las camisetas que decían “La minoría peligrosa son los ricos” causaban miradas curiosas entre transeúntes. Algunos seguían su camino, otros se detenían, leían, preguntaban. Volantes en mano, quienes integraban la protesta, explicaban, cara a cara, la urgencia de redistribuir la riqueza.

handing out flyers on the street
volanteo en la calle 

Con un megáfono, una representante de Fight Inequality tomó la palabra. Mientras hablaba sobre la desigualdad que asfixia a millones, un equipo técnico instalaba el sonido para la conferencia de prensa. El espacio comenzaba a llenarse de quienes ya no solo firmaban, sino que se quedaban.

A las 12:40 inició formalmente la conferencia. Aline Zunzunegui fue la primera en hablar. Con cifras claras y voz firme, planteó una reforma fiscal progresiva: 1% de impuesto a fortunas de 5 mil millones de dólares, 2% a quienes posean 10 mil millones, y hasta un 5% para quienes superen los 15 mil millones. Sara Arteaga continuó la intervención con una idea que conectó todas las demandas: el impuesto a la riqueza no es una petición aislada, sino parte de una lucha amplia por derechos laborales, servicios públicos dignos y justicia global. “Alzamos la voz por las 40 horas, por el impuesto a la riqueza, por educación y salud para todas las personas”, afirmó.
 

Aline at a press conference
Aline en conferencia de prensa

Luego vino Myriam Hernández, quien recordó que esta movilización no era única: formaba parte de una ola global que resuena en distintos territorios. Mientras en el centro de la metrópoli esas voces resonaban en las calles, en Honduras, Christopher Castillo convocaba a personas defensoras del territorio y de los derechos humanos a hacer eco de las mismas demandas.

Desde el río Choluteca, compartieron su mensaje: “Le decimos al modelo de acaparamiento y de despojo: ¡no van a pasar más!”. Ahí, entre el agua y lo digital, entrelazaron las luchas por la vida, por la emancipación de los pueblos y por la defensa de los mantos acuíferos.

Así, se tejieron lazos que desafiaron fronteras, modelos de opresión y mecanismos de censura. Que al día de hoy mantienen su postura.

En México, la conferencia de prensa, fue cerrada por Nina Arévalo, quien abordó el tema de la deuda externa: una carga histórica que, dijo, no debería pagar el pueblo mientras el Estado sigue endeudándose.

La conferencia concluyó con una consigna: “¡Lucha en contra de la desigualdad!”, coreada por decenas de voces, firmes, sonoras. Eran las 13:05.

Pocos minutos después, inició el “bailongo para alzar la voz”. El ritmo —cumbia, reggaetón, electrónica, salsa— llenó el aire y acompañó el siguiente acto: el tendedero de denuncias. Una hoja roja, colgada con pinzas, era la invitación para expresar exigencias propias y ligarlas al espíritu de la protesta.

A las 15:02, el sonido bajó de volumen. Era hora de recordar por qué estaban ahí. Óscar Pichardo y Rodolfo Gómez, del Frente por las 40 Horas en Guanajuato y Querétaro, tomaron el micrófono. Reafirmaron que esta lucha no era solo por números, sino por dignidad.
 

dancer against inequality
bailongo contra la desigualdad 

Bailaban, conversaban, escuchaban. Y entre ese vaivén de cuerpos y consignas, apareció Luna Ruths. La artista, que tropezó con la protesta casi por azar, tomó el micrófono y regaló una interpretación potente: “Le gritamos al sistema, aquí estamos resistiendo, gozando y bailando… Nos queremos libres, salvajes en dignidad”.

Pero a las cinco, la lluvia llegó. Primero fueron gotas sueltas, luego una cortina que puso a prueba los ánimos. Algunas personas se resguardaron, otras bailaron bajo el agua pese al piso resbaloso. Finalmente, cuando el aguacero venció, las y los manifestantes subieron al mismo camión que les trajo. Se retiraron con los pies mojados, pero las voces intactas.

Ese día, entre música, exigencias y resistencias, se alzó la voz. Y aunque el agua detuvo el sonido, no logró apagar el mensaje.